Mente áspera

Mente áspera

Durante la reciente visita de AMLO a Jalisco y Colima, en la que se reunió con 2 mil 500 "Servidores de la Nación", el Presidente, al cuestionar la forma de hacer política basada en las relaciones públicas, influyentismo y padrinos que recomiendan perfiles para acceder a los cargos públicos, dijo: "Ya nuestro pueblo identifica desde lejos. Ya saben todos quién le tiene amor al pueblo de manera sincera y quién sólo se sirve del pueblo para sacar provecho en lo personal".

Me llamó mucho la atención que dijera que "el pueblo identifica desde lejos", porque afirmar que una persona se aprovecha o se sirve del pueblo sólo por su aspecto, es decir, "juzgar por las apariencias", es exactamente lo que los prejuiciados, clasistas y racistas hacen, calificativos que el Presidente una y otra vez aplica a todos los que pensamos diferente y que, en este caso, aplicarían a él mismo.

Por lo anterior preguntaría al Presidente: para pertenecer al pueblo, para aspirar a un cargo público y convertirse en un verdadero servidor de la nación, más por vocación que por la paga; para no ser tachados de vividores que abusan y se aprovechan del pueblo, ¿cómo hay que parecer? ¿Debemos tener rasgos indígenas? ¿Debemos tener las manos ásperas como las de los trabajadores del campo? ¿Debemos vestir de cierta manera y así "parecer" personas humildes, comunes y corrientes, "del pueblo"?

Los que hacen encuestas deberían hacer una de prejuicios en la que pregunten cosas como:

¿En quién confía usted más?

a) En una persona de tez morena y ojos negros. b) En una persona de tez blanca y ojos claros. c) En cualquiera.

¿Quién cree que es más honesta?

a) Una persona perteneciente a las clases económicas bajas. b) Una persona perteneciente a las clases económicas medias o altas. c) Cualquiera.

En una encuesta de este tipo podría haber muchas más preguntas que revelarían otro tipo de estereotipos y prejuicios que tienen que ver con aspectos educativos, culturales o religiosos, y que a la sociedad nos serviría mucho conocer, primero para hacernos conscientes de ellos, y segundo para intentar erradicarlos.

Si queremos construir una sociedad incluyente y solidaria es importante no dejar pasar de largo y sin reclamo alguno la discriminación, estereotipificación y clasismo prejuiciado del Presidente, con el que supone y da por hecho que quienes no "parecemos" del pueblo, somos automáticamente personas corruptas, materialistas y egoístas sin conciencia social.

¿Acaso los más pobres no piensan en ellos mismos, en cómo mejorar su situación y beneficiar a sus familias? ¿Son ellos individuos espirituales, desmaterializados por voluntad propia, que anteponen siempre el bienestar colectivo al personal? Por supuesto que no. Todos los seres humanos somos, por naturaleza, aspiracionistas. Todos buscamos mejorar las circunstancias en las que nos encontramos, sea que estemos en niveles de supervivencia o en niveles de lujos y placeres. Y eso no nos hace personas deleznables. Lo que nos hace ser mejores personas y mejores ciudadanos son los sentimientos y actitudes solidarias y fraternas hacia los demás. Y eso, señor Presidente, es algo imposible de ver desde lejos o de juzgar por el aspecto.

Yo y muchos como yo, no usamos botas y sombrero, no tenemos la piel oscura ni las manos ásperas, vestimos diferente y somos físicamente menos resilientes porque nuestro trabajo no es al rayo del sol, y no requiere fuerza y resistencia física, sino fuerza y resistencia mental.

Por eso yo, y muchos como yo, en lugar de tener las manos ásperas, tenemos la mente áspera. Áspera por pensar día y noche, áspera porque el trabajo mental no descansa, no tiene horarios, ni cobra doble en los días festivos.

Y, señor Presidente, las mentes ásperas son igual de necesarias y valiosas que las manos ásperas. Gracias a ellas tenemos las medicinas que curan, los vehículos que transportan, y todas las herramientas y tecnologías que permiten al mundo sobrevivir plagas y enfermedades.

Y si algún rasgo físico puede reconocerse desde lejos en las personas de mente áspera, sería la calvicie, las ojeras y los lentes para la vista cansada, características que nada tienen que ver con el abuso y la corrupción que los prejuicios hacia los que más saben y más tienen, suponen.

"La mente no era arisca, la hicimos".

Yo