¡A fuerzas!


Hace unos días se anunció que el gobierno publicará un par de decretos para reducir el número de llegadas y salidas por hora del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), con el objetivo de reducir su saturación y llevar más vuelos a Santa Lucía.

Los decretos pretenden eliminar alrededor de 11 operaciones por hora y enviarlas al Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA), impidiendo la operación en el AICM de vuelos chárter, operaciones oficiales y otros vuelos comerciales regulares.

Me parece bien que los vuelos oficiales, los charters y los de carga operen desde el AIFA, pero no así los vuelos comerciales regulares, los cuales afectarán seriamente a los viajeros por el tiempo de traslado que significa el trayecto desde y hacia el AIFA que se encuentra a 53 km de distancia, medidos desde el centro de la demanda (Fuente de Petróleos).

El tiempo de este recorrido, en determinados momentos del día, puede ser de dos a tres horas, y si le agregamos que para documentar y abordar un vuelo es necesario estar aproximadamente dos horas antes, volar por el AIFA significa perder medio día y en algunos casos hasta pernoctar, dependiendo de los horarios de los vuelos y las conexiones.

Las cosas no funcionan por decreto. "A fuerzas ni los zapatos entran", dice el dicho, aludiendo a que cuando alguien pretende hacer las cosas a la fuerza, las cosas salen mal o con resultados deficientes. Y este es el caso de un decreto que obligue a las aerolíneas y a los usuarios a utilizar el AIFA, a pesar de sus ineficiencias. Al Presidente no le importan los viajeros (que en su mayoría para él son "fifís"), le importa salvar la cara y demostrar que su capricho no fue una estupidez.

Nada más falta que si tomamos un vuelo que deba aterrizar en el AICM, por decreto lo desvíen hacia el AIFA, argumentando problemas de saturación y así justificar la utilidad de un aeropuerto construido ¡a hue... fuerzas!

A diferencia de gobernantes que invierten o gastan dinero que no es suyo, las aerolíneas arriesgan capital propio y por lo tanto operan solo donde pueden generar ganancias, y las cuales solo son posibles si hay suficiente demanda. Además no hace sentido operar en dos aeropuertos que atienden al mismo mercado, y duplicar gastos de personal y equipos.

Y no se trata de criticar por criticar. Si para los que tenemos que viajar a la CDMX hiciera sentido utilizar el AIFA, con gusto lo utilizaríamos pues se trata de un aeropuerto nuevo y en mucho mejor estado que el AICM, el cual literalmente se está cayendo a pedazos. Pero nadie quiere viajar 106 km (53 km de ida y 53 km de vuelta) y en muchos casos tener que pernoctar por falta de tiempo efectivo suficiente para atender los asuntos que motivan el viaje, o para hacer conexiones con vuelos que salen de otro aeropuerto.

Estos problemas se sabían desde antes y se ignoraron. Hoy el capricho comienza a chocar con la realidad técnica y comercial. El Presidente cree que el éxito y la eficiencia se logran por decreto. Y así tenemos no solo el fracaso del AIFA, sino el de la creación del Insabi, la cancelación del Seguro Popular, el de la reforma eléctrica, etcétera.

Mis pronósticos al respecto son los siguientes:

1. El AIFA terminará siendo un aeropuerto regional, para algunos vuelos comerciales y charters, y para operaciones militares y de gobierno.

2. Si el partido de Morena pierde la elección presidencial del 2024, y pasamos este "bache populista", la construcción del Aeropuerto de Texcoco se reiniciará, no por su extraordinaria arquitectura, sino porque es la solución de fondo al problema de la saturación del AICM y factor clave para la competitividad, además de que México recuperaría el prestigio mundial perdido en este sexenio.

3. Se retomarán los proyectos para desarrollar en los terrenos del actual AICM un nuevo centro urbano y un gran parque metropolitano, ambos de enorme beneficio social.

4. La historia documentará y le reclamará a AMLO el haber despilfarrado miles de millones por capricho y afectado la vida, la salud y la economía de millones de mexicanos.

Mientras tanto el problema de saturación del AICM seguirá sin resolverse en perjuicio de todos, y en especial de la Ciudad de México, ciudad a la que cada día que pasa, más viajeros -nacionales y extranjeros- hacemos lo posible por no tener que pasar por ella.

"Es más fácil vender proyectos
que realidades".

Yo