Firmes... ¡Ya!


No nos quepa la menor duda, el país entero se está militarizando.

El domingo pasado llegué, junto con mi esposa, al aeropuerto de Guadalajara en un vuelo internacional. Una vez recogido el equipaje, nos dirigimos como siempre a entregar la declaración de aduanas para luego "apretar el botón" del semáforo (que dicen es) aleatorio.

Esta vez las cosas fueron diferentes. Antes de entrar a la unifila de la aduana, nos topamos con un soldado de la Guardia Nacional quien a gritos nos ordenó a todos hacer una sola fila. "¿Hacer una fila para entrar a la unifila?", pregunté.

Ya formados y tratándonos como si fuéramos delincuentes o subordinados de su batallón, conforme avanzábamos, pedía uno a uno la declaración de aduana, pero no para recibirla y pasarnos al semáforo, sino solo para ver que la tuviéramos en la mano.

Cuando de manera por demás descortés y agresiva nos dio la orden de mostrarle nuestra declaración, mi esposa le dijo: pídalo de buen modo. Ni se inmutó. Siguió ordenando lo mismo a los demás.

¿Por qué tenemos los ciudadanos y los turistas nacionales y extranjeros que ser recibidos por militares en un ambiente hostil? Nada más faltaba que el soldado nos dijera: Firmes... ¡Ya!

Esto parece ser el futuro de México, mientras el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas sea el señor López Obrador o sus seguidores.

La militarización del país es un asunto grave y peligroso, al que debemos oponernos firmemente, y pedirles a nuestros diputados y senadores que hagan lo necesario para revertir esta situación y evitar que los ciudadanos en nuestra vida diaria tratemos con militares.

Las Fuerzas Armadas están y son para defender el territorio y soberanía nacional, para garantizar la seguridad interior e instrumentar los planes de auxilio a la población civil en casos de desastre, punto.

No son para administrar el país, ni para construir obras públicas, sembrar árboles, entregar recursos de programas sociales, administrar aduanas, aeropuertos, etcétera.

Además, todos los ciudadanos y turistas que viajamos por vía aérea, lo hacemos utilizando aviones y aeropuertos civiles, no aviones ni aeropuertos militares.

Un país se considera militarizado cuando su Ejército realiza tareas que corresponden al ámbito administrativo y de desarrollo del país, o que competen a las policías, o cuando empresas o sectores completos de la economía están en manos de militares. Desde que López Obrador asumió el poder, la utilización del Ejército mexicano en tareas que no le corresponden va en aumento. Baste mencionar la empresa paraestatal AIFA, creada para operar, administrar y explotar comercialmente el aeropuerto civil-militar Felipe Ángeles.

¿Por qué los ciudadanos debemos aceptar y seguir las órdenes de un militar si no estamos ni en guerra, ni en medio de un desastre natural?

El soldado de la Guardia Nacional que nos ordenó a gritos formar una fila y presentar papeles en el aeropuerto civil de Guadalajara, no sé a quién pensaba que tenía enfrente, pero ninguno de los viajeros que ahí estábamos éramos sus subordinados. Ni él era mi sargento ni yo su soldado raso.

Obviamente, en esas circunstancias nadie se pone a cuestionarle a un militar su ámbito de competencia, ni a espetarle en la cara los argumentos esgrimidos por la Comisión Nacional de Derechos Humanos que ha calificado como ilegales las facultades de investigación otorgadas a la Guardia Nacional en materia de prevención de delitos y faltas administrativas, así como la facultad de inspeccionar y vigilar la entrada y salida de personas del país.

Sin embargo, es importante que sepamos todos que diversas organizaciones de la sociedad civil interpusieron juicios de amparo en contra de la Ley de la Guardia Nacional, debido a múltiples violaciones a la Constitución, como son, entre otras: la invasión de competencias estatales y municipales, que afectan la división de poderes y la distribución presupuestal, o la incorporación de miembros del Ejército en ámbitos civiles sin acreditar la separación total del régimen militar, asuntos por los que el Estado mexicano ha sido sentenciado ya por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Mientras todo esto se discute y resuelve, lo único que podemos hacer los ciudadanos son dos cosas: alzar la voz en contra de la militarización del país o... callarnos la boca y tragar mierda.

En descanso... ¡Ya!

Callar atropellos envalentona
abusadores.

Yo