El Empeorador de México

El Empeorador de México

México ha tenido tres emperadores: Agustín de Iturbide, Maximiliano de Habsburgo y Porfirio Díaz, sin contar a los prehispánicos de la civilización azteca como Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc, entre otros.

Hoy tenemos un Presidente que se siente y actúa como Emperador de México, y para el cual los ciudadanos somos simples vasallos tributarios. Pero como bajo su mando, en lugar de construir se destruye y las cosas en lugar de mejorar empeoran, el título que le corresponde y con el que pasará a la historia es el de Empeorador de México.

¿Qué hace el Empeorador de México cuando todo lo que toca decae, se agrava y empeora?

Como no existen datos que demuestren que vamos bien y hemos mejorado, no tiene más opción que culpar a los críticos o al pasado, ese que prometió cambiar pero resultó incapaz de hacerlo; contrarrestar las verdades incómodas con mentiras y el cinismo de tener "otros datos"; haciendo como que se hace y, sobre todo, armando escándalos, intrigas, embrollos y berenjenales que desvíen la atención de las cosas verdaderamente importantes, y parezcan frente a las desinformadas y creyentes masas de seguidores como políticas de Estado serias, sostenibles y bien intencionadas.

Así se habrán de pasar seis años completos, en manos de una administración inepta que retrasa el progreso y desperdicia la vida y los recursos de todos entre chacoteos, burlas y patrañas, que lo único que hacen es dividir a la sociedad y despertar su morbo.

Todo en boca de un Presidente que goza armar argüendes, polémicas y líos innecesarios, como pedirle al gobierno Español que pida perdón por hechos ocurridos hace 500 años, o traer como invitado de honor a las Fiestas Patrias al dictador cubano o alabar gobiernos dictatoriales como el de Nicolás Maduro en Venezuela, a pesar de caracterizarse por violar derechos humanos fundamentales y haber arruinado por completo a sus pueblos.

Dice el dicho que "Dios los hace y ellos se juntan", y los dictadores y gobernantes populistas se alían y se entienden entre sí porque comparten rasgos psicológicos. Todos en diferentes grados tienen delirios de grandeza y psicopatías que rayan en la locura. Y en este tema, como se dice popularmente, los mexicanos no cantamos mal las rancheras.

En la siguiente lista verán, "de la A a la Z", que estamos en manos de un individuo: adoctrinador, agitador, anárquico, anquilosado, antagónico, antipático, argüendero, arrogante, bravucón, bribón, burlón, calumniador, camorrista, caradura, censurador, cínico, cizañero, conflictivo, contumaz, conspirador, corrupto, cruel, cuentero, chaquetero, charlatán, delirante, demagogo, desconsiderado, descuidado, desequilibrado, déspota, destructor, desvariado, desvergonzado, dictador, embustero, enajenante, enfadoso, engreído, enloquecedor, enredoso, escandaloso, extremista, faccioso, fanático, fanfarrón, farsante, golpista, grosero, guasón, hablador, hostil, humillante, ignominioso, ignorante, impertinente, impreciso, inadaptado, incitador, incompatible, incompetente, inconsciente, indignante, indisciplinado, ininteligible, inepto, inexperto, infame, injusto, inopio, intrigoso, insolente, insidioso, irreflexivo, irresponsable, irritante, impulsivo, jacobino, juzgador, lunático, manipulador, marrullero, megalómano, mentiroso, miserable, narcisista, necio, negligente, obstinado, ofensivo, ordinario, oscuro, pendenciero, perverso, pillo, patán, politiquero, porfiado, prepotente, problemático, profano, propagandista, provocador, quisquilloso, radical, ramplón, reincidente, recalcitrante, retrógrada, revoltoso, ridículo, rijoso, ruin, resabiado, rústico, sedicioso, subdesarrollado, subversivo, soez, tendencioso, testarudo, tramposo, torpe, turbio, utópico, usurpador, vociferante, vengativo, vil, zafio y zascandil.

Todos tenemos muchas de estas características negativas, e inclusive otras más. Pero cuando éstas convergen en el Presidente de un país adquieren una importancia y gravedad superior debido simplemente a la capacidad que éste tiene para hacer daño y empeorar situaciones, que comparada con la de un ciudadano común, es exponencialmente mayor.

"Ayer estábamos al borde del abismo,
hoy hemos dado un paso
hacia adelante".

Augusto Pinochet / Francisco Franco