Banco Moral de México

Hace unos días el presidente López Obrador dijo que "el próximo gobernador del Banco de México será un economista con dimensión social y partidario de la 'economía moral', término que por sí solo suena como algo justo, humano, honorable y mejor que la 'economía' a secas.

La economía moral se refiere a cierta ética de la subsistencia, a la búsqueda del bienestar colectivo y no en el lucro personal, y a un conjunto de mecanismos para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad soportada por la solidaridad de sus habitantes y la relación de la reciprocidad.

El problema de esto radica en que "la sociedad", "los habitantes", el llamado "pueblo" o "las masas", son conceptos abstractos que se usan para definir a grupos de individuos, compuestos por personas únicas, independientes, cada una con diferentes capacidades, circunstancias, educación, creencias, etcétera.

Alguna vez leí una frase (no recuerdo dónde) que decía: "yo no creo en las masas, creo en el individuo, y uno a uno en todos".

Escritores como Jorge Luis Borges han dicho cosas similares: "...Las masas son una entidad abstracta y posiblemente irreal; ...La muchedumbre es una entidad ficticia, lo que realmente existe es cada individuo; ...Yo creo que sólo existen los individuos: todo lo demás, las nacionalidades, y las clases, son meras comodidades intelectuales".

El Presidente, en su afán de gloria histórica, puede "decretar" o "instaurar" en su ideario político un nuevo régimen de bienestar, una economía moral o lo que quiera, pero eso no cambia el hecho de que el bienestar colectivo es solo el resultado de la suma de bienestares individuales obtenidos mediante el trabajo, el talento y el esfuerzo diario de cada uno de nosotros.

Si lo que se quiere hacer es la encomiable labor de equilibrar balanzas, distribuir mejor la riqueza y disminuir las diferencias entre ricos y pobres, hay dos maneras de hacerlo, una inteligente y otra estúpida:

La inteligente es elevar el nivel económico y educativo de los más pobres para acercarlos más a los ricos, creando una poderosa y mayoritaria clase media mexicana; la estúpida es acabar con los ricos para que todos seamos pobres.

Y pareciera que la política económica de la 4T es la segunda, la de una "economía moral" en la que toda riqueza se supone mal habida, resultado de la corrupción o explotación de los que menos tienen, en la que tener un par de zapatos basta y en la que se considera inmoral que una persona tenga éxito y su vecino no.

Si AMLO quiere que el nuevo gobernador del Banco de México sea partidario de la "economía moral", ¿significa esto que la política monetaria del país se sujetará a abstractas y subjetivas consideraciones morales?

Pretender que el consejo del Banco de México modifique decisiones técnicas por consideraciones morales o políticas es contrario a lo que sus funciones exigen. Por eso es, y debe seguir siendo un organismo autónomo. Se trata del Banco de México, no del Banco Moral de México. El Banco de México no es como el Banco Vaticano (Istituto per le Opere di Religione) cuya función es además de administrar los bienes confiados, financiar a las iglesias con mayores necesidades económicas situadas en los países más pobres.

Y si de moralidad se trata, lo moral, lo ético, es que el consejo del Banco de México cumpla cabalmente sus funciones como son, entre otras, garantizar la estabilidad de la política monetaria del país, regular la circulación y la emisión de dinero, moderar la libre fluctuación del tipo de cambio del peso frente a las divisas del mundo, establecer las tasas de interés de las operaciones crediticias, administrar responsablemente las reservas internacionales, y asesorar a las Secretarías de Hacienda y Economía en el diseño de sus políticas públicas, y no al revés, como quisiera el Presidente, que el Banco de México respalde políticas económicas insostenibles que dilapidan la tesorería nacional.

En su libro Hacia una Economía Moral (p. 49), AMLO dice que quiere "potenciar la gran riqueza material, social y cultural de México".

Bueno pues, eso será posible solo con políticas públicas que hagan crecer la economía individual de los que menos tienen, sin destruir en el proceso fuentes de trabajo y riqueza, y sin desequilibrar la economía del todo.

"En la economía pura,
dos más dos son cuatro.

En la economía moral,
dos más dos son pecado".

Yo