Civismo moderno


Queremos vivir en un país demócrata y apegado a la ley, pero nadie reconoce que sin educación cívica es imposible mantener una democracia y el Estado de derecho.

Por lo general, somos malos ciudadanos aunque seamos buenos padres de familia, buenos empleados o buenos patrones. Realizamos bien nuestros cometidos familiares y laborales, pero no cumplimos con los deberes que se derivan de nuestra pertenencia a la sociedad.

Lo anterior es lo que Alexis de Tocqueville, el pensador, jurista, político e historiador francés llamaba "individualismo", el cual definía como un "sentimiento reflexivo y pacífico que dispone a cada ciudadano a aislarse de la masa de sus semejantes y a retirarse aparte con su familia y sus amigos; de tal manera que, tras haber creado así una pequeña sociedad a su estilo, abandona gustosamente la grande a su propia suerte".

Varias preguntas al respecto:

¿Algún día podremos los mexicanos conducirnos con respeto, civilidad y honestidad? ¿Por qué tantas cosas en México funcionan mal, de manera improvisada, sin garantías, al margen de la ley y sin ninguna consecuencia para quienes actúan así? ¿Como ciudadanos, algún día, en algún caso, seremos capaces de rechazar oportunidades indebidas, solo porque son ilegales o no son éticas, pensar en los demás y anteponer el bien común al propio?

Tan obvia y trillada es la respuesta que no la vemos: falta de civismo, respeto a las leyes y normas de convivencia pública. Este vacío de conciencia cívica ha sido llenado con un conjunto de ideas, costumbres y conductas socialmente irresponsables y corruptas que nos caracterizan y se han convertido en el "modus operandi" de la sociedad.

En lugar de perseguir y castigar infructuosamente a todos los irresponsables, negligentes, maleducados, prepotentes y corruptos, más bien haría al país y a la sociedad invertir tiempo y recursos para educar cívicamente a los mexicanos, siguiendo la sabia recomendación de Pitágoras: "Educad a los niños y no tendréis que castigar a los hombres".

No podemos esperar a que las patrioteras clases de civismo de las escuelas públicas del país den como resultado una generación más honesta, responsable y ética que la actual. No hay tiempo que perder. En nuestras circunstancias es urgente hacer visibles las consecuencias negativas que la incivilidad y las violaciones al Estado de derecho acarrean.

Necesitamos todos educarnos cívicamente, acostumbrarnos a acatar la ley y obedecer autoridades, que al final no es otra cosa que aplicar las exhortaciones que todas las culturas y religiones hacen a sus ciudadanos o feligreses: "No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti". Sin educación cívica es imposible sostener el funcionamiento armónico de la sociedad y los valores y principios de una democracia.

Pero necesitamos una educación cívica moderna, no la tradicional de los libros de texto de la Secretaría de Educación Pública, que se enfoca más en temas de identidad nacional basados en el pasado indígena, en pasajes de la historia de México y en símbolos patrios, que en obligaciones y responsabilidades ciudadanas actuales o en las consecuencias negativas del individualismo y la incivilidad.

En el México de hoy, de poco sirve el culto a los "símbolos patrios" cuando hay un desconocimiento total de cómo debe funcionar la relación entre ciudadanos y entre ciudadanos y gobierno. Hablar de los "héroes que nos dieron patria"; hablar teórica o simbólicamente del escudo nacional y hacerle "honores" a la bandera, sin darles significado o sentido actual, no hará nunca mejores mexicanos.

Pablo Latapí Sarre, uno de los investigadores y filósofos educativos más importantes del siglo XX, lo dijo así: "So pena de hacernos tontos a nosotros mismos, no podemos plantear la educación cívica de las siguientes generaciones de espaldas a la realidad (...). Es en esta realidad, ante ella y necesariamente a partir de ella, como hay que formar ciudadanos hoy; como bien dice el programa de estudios oficial, los estudiantes deberán aprender a considerar y asumir su entorno social como un ambiente propicio para el ejercicio de actitudes comunitarias y cívicas".

Visto de otra manera: con la "patriotera" educación cívica que se imparte, es posible cantar el Himno Nacional mientras circulamos en sentido contrario o balear a una persona con el escudo nacional grabado en la cacha de la pistola.

"Honrando personas se honran banderas".

Yo