Suicidio económico



Si bien AMLO no es culpable de la crisis sanitaria generada por el Covid-19, sí es responsable de las medidas que ha tomado para enfrentarla y de la falta de apoyo al sector privado para aminorar las consecuencias de la crisis económica que sigue a esta pandemia.

Los pobres primero, dice una y otra vez el Presidente, y esta vez tiene razón: los más pobres serán los primeros en sufrir las consecuencias de su cerrazón.

No sé si no entiende o no le importan los perjuicios que esta crisis causará a la economía familiar de la mayoría de los mexicanos, particularmente la de los que menos tienen y que supuestamente son los que quiere proteger y beneficiar.

En México hay 4.16 millones de empresas y de esas, nada menos que el 97% está conformado por microempresas (1 a 10 empleados), pequeñas empresas (11-50 empleados) y medianas empresas (51 a 100 empleados), conocidas como mipymes, las cuales generan en conjunto el 78% del empleo existente en el país.

Por ello es un suicidio económico el planteamiento del Presidente, de no brindar apoyos a las empresas, pidiéndoles además mantener los empleos que generan, pagando impuestos y seguridad social sin tener ingresos y creer que el gobierno podrá solo crear los millones de empleos permanentes que se perderán.

Tal vez las empresas más grandes tengan reservas en efectivo suficientes para aguantar 4 o 5 meses pagando la totalidad de sus gastos sin tener ingresos, pero es más que claro que la enorme mayoría no podrá hacerlo, y que esto llevará a despidos masivos, y a una cadena de incumplimientos de obligaciones económicas.

Al Presidente no le importa, o no se da cuenta, que al negarse a dar facilidades y apoyos a la actividad económica, asfixia la fuente de ingresos del gobierno, es decir, los impuestos que los mexicanos pagamos.

Todo indica que tiene una enfermiza aversión a los empresarios y una equivocada concepción de lo que es una empresa.

Para él la palabra empresario es sinónimo de corrupción, abuso y explotación, y todos -salvo los que por ser afines a la 4T tienen para él "dimensión social"- son por definición ricos y corruptos que quieren mantener privilegios de un pasado neoliberal.

No se da cuenta que los millones de mexicanos que sin privilegios, influencias o facilidades ponen, como pueden, un changarro, un puesto de tacos, un salón de belleza, un taller, un consultorio médico, etcétera, e independientemente de su escala económica, son empresarios que generan millones de empleos y contratan los servicios de otro tanto de trabajadores y profesionistas que les llevan la contabilidad, les construyen sus talleres, le dan mantenimiento a sus equipos, a sus vehículos y maquinaria, y que son estas pequeñas empresas las que realmente sostienen al país.

El Presidente asocia la idea de empresa a enormes compañías y grandes corporativos y no a los millones de pequeños negocios que batallan para subsistir. Cree además equivocadamente que todo el sector privado fuimos beneficiados con los rescates bancarios y el Fobaproa de hace 30 años.

No sabe, porque nunca lo vivió, que con las devaluaciones, hiperinflación y las enormes tasas de interés de aquellas épocas, millones de familias mexicanas perdieron sus casas, sus negocios y acabaron en la ruina.

Si su alergia y desprecio a los grandes empresarios que durante años se han beneficiado indebidamente del sistema es lo que le impide brindar apoyos al sector productivo del país, bien podría establecer apoyos diferenciados, de manera inversa a las tablas de aplicación de impuestos, para que las empresas más pequeñas y que obviamente son las que menos ingresos tienen, sean las que más apoyos reciban.

El Presidente confunde muchas cosas. Confunde empresarios grandes con chicos; confunde plazo para pagar impuestos con condonación de los mismos; confunde apoyos con rescates, empleo permanente con subsidio temporal. Confunde sueños con realidades y grandeza de palabras con grandeza de acciones. Pero sobre todo confunde datos duros adversos con conspiraciones y complots para descarrilar su proyecto de gobierno.

Su manera de ver las cosas es binaria, divide todo en dos. Para él todo es blanco o negro. No hay matices ni colores. Solo hay ricos y pobres, conservadores y transformadores, antes y ahora, y con él o contra él.

 "Vale más un empresario grande con empresa chica, que un empresario chico con empresa grande".

Yo