Calidad media de vida



¿Qué significa ser clase media y quién pertenece a ella? Según la OCDE, pertenecen a la clase media mexicana las personas que reciben ingresos de entre 75 y 200 por ciento del ingreso nacional promedio.

Esto significa que quienes ganan entre 5 mil 346 y 14 mil 256 pesos mensuales, (un promedio de 7 mil 128 pesos al mes) pertenecen a la clase media.

Si comparamos estos datos con el ingreso promedio de la clase media estadounidense, que es de 48 mil 672 dólares anuales (936 dólares a la semana de 40 horas de trabajo), nos daremos cuenta que el problema radica en la definición de la calidad de vida que supone ser clase media, la famosa "honrada medianía" a la que Benito Juárez se refería.

Por ello, una persona de clase media en Estados Unidos, en México es considerada como rica.

La clase media no debe definirse sólo en función de niveles salariales, sino por la calidad de vida que una persona puede tener con los ingresos que recibe.

Por ello, en lugar de hablar de la discriminatoria y excluyente idea de clases, en este caso de la clase media, prefiero hablar de calidad media de vida.

En el prólogo del libro Clasemediero, de Luis de la Calle y Luis Rubio, la entonces directora del Centro de Investigación para el Desarrollo A.C., Verónica Baz, dice que "clasemediero es hacer fila para entrar al cine, viajar durante las vacaciones, comprar con algún tipo de crédito, tener coche y salir de la Ciudad en fines de semana, así como contribuir a la estabilidad política, exigir más como consumidores y buscar las condiciones para que las próximas generaciones sean más prósperas".

Si bien este concepto de clase media es mucho mejor que el de la sola medición salarial, le falta algo muy importante: que esa clase de vida sea posible luego de pagar impuestos, lo que nos da el derecho a exigir, como consumidores y como ciudadanos, mejores productos y servicios.

El reto es construir una verdadera, mayoritaria, educada y cívica clase media mexicana que gane lo suficiente para llevar una vida digna con moderados disfrutes.

Y para ello, lo primero que se necesita es subir las miras y comparar la calidad media de vida mexicana con la de países más desarrollados. Y si lo hacemos veremos que en México, a la llamada clase media pertenece sólo el 10.8 por ciento de la población y no el 45 por ciento, que resulta al aplicar el criterio salarial de la OCDE.

La calidad media de vida tiene que ver, además de con recursos económicos, con la educación y el tipo de empleo, con actitudes cívicas, responsabilidades fiscales y crediticias, y en especial con el llamado "mindset" o mentalidad de lo posible, lo cual está íntimamente ligado al nivel cultural y las aspiraciones personales.

Hay un mundo de diferencia entre quien se lleva a su bolsa 15 mil pesos al mes en la economía informal, que alguien que gana esa misma cantidad luego de pagar impuestos en un empleo formal que exige, además, un determinado nivel de conocimientos, responsabilidades y desempeño.

La verdadera clase media valora la educación y acata las leyes, porque las liga a un mejor futuro individual y colectivo, al respeto que damos y recibimos de otros, y a la autoestima.

Y nada peor para pensar en un mejor futuro y para la autoestima que el aceptar dádivas y becas del gobierno a cambio de nada, ni siquiera del logro de un determinado grado académico. Salvo en el caso de los adultos mayores, la ayuda económica debe verse como algo provisional o de emergencia, pero nunca como substituto permanente del trabajo.

Hasta para ayudar se necesitan conocimientos, tacto y sensibilidad, de manera que la ayuda no signifique una compraventa de la dignidad, del respeto o de la voluntad.

Los apoyos a los que menos tienen deben ser anónimos o institucionales, y de esa manera evitarle a la persona necesitada la vergüenza que significa recibir asistencia (o peor aún, caridad), o que sienta que le debe pleitesía a quien se la brinda.

Y esto es lo que los llamados "servidores de la nación" están haciendo a la hora de entregar becas y ayudas económicas: comprando voluntades con el dinero de todos y haciéndoles ver, sin tapujos, que esos beneficios se los deben a Morena, y en especial a su bien amado Presidente.

"Desprecio la caridad
por la vergüenza que encierra".

Atahualpa Yupanqui