Utopía de la igualdad

La igualdad de oportunidades es una idea relacionada con la justicia social, basada en el principio de que todas las personas, en nuestro estado natural, somos iguales, y por lo tanto debemos tener las mismas posibilidades de acceder al bienestar social y, por supuesto, poseer los mismos derechos políticos, para lo cual se han establecido mecanismos que prohíben la discriminación por motivos de raza, sexo, etnia, edad, religión o identidad sexual.

Esta idea es usada y explotada por la clase política sin hacer ver a la sociedad (porque en la mercadotecnia electoral no conviene) que las desigualdades económicas y sociales son inevitables, y a lo más que podemos aspirar es a reducirlas.

Hay mucho que hacer para que todos contemos con un mismo punto de partida en la vida, lo cual tiene que ver con los niveles educativos y de salud, así como con la posición social y económica de nacimiento. Sin embargo, hay que reconocer que igualdad de oportunidades no significa igualdad de resultados.

Cuando hablamos de mismos puntos de partida o piso parejo para todos, siempre estaremos hablando de mínimos, es decir, de lo que consideramos el mínimo nivel educativo, cultural, económico o de salud que se requiere para que cualquiera, sin ser discriminado por alguna causa, de acuerdo con sus capacidades y esfuerzos personales, pueda superarse a sí mismo y lograr la autosuficiencia.

Si hoy fuese el día uno, el día en que todos al mismo tiempo, y en igualdad de circunstancias, iniciáramos la carrera por la superación y el desarrollo personal, no pasaría mucho tiempo para encontrarnos desiguales. En muy poco tiempo unos habrán logrado avanzar mucho más que otros en los diferentes campos del quehacer humano; otros se habrán quedado como empezaron, y otros más no sólo no habrán mejorado nada, sino que habrán empeorado su situación de origen, desigualdades que se habrán producido debido a esfuerzos o capacidades diferentes, a talentos especiales, e inclusive hasta por el azar.

La verdad es que la igualdad es una utopía. Siempre habrá alguien más arriba de nosotros y alguien más abajo. Siempre podremos estar mejor y siempre también podremos estar peor.

A lo más que podemos aspirar como sociedad es a ciertos niveles mínimos educativos, económicos y de salud que permitan llevar una vida digna.

Lo que hace falta es definir claramente y sin ambages esos mínimos, y exigir a los gobernantes en turno, del partido que sea, dar pasos en dirección hacia su logro.

Las desigualdades se deben reducir, sí, pero subiendo a los de abajo en lugar de bajar a los de arriba, sin atacar a los que más tienen como si tuviesen que pedir perdón por haber tenido éxito, y sin pedir a los más pobres que renuncien a tener más de un par de zapatos, so pena de convertirse en despreciables aspiracionistas, como parece ser la filosofía de pobreza franciscana que el Presidente y su 4T quieren para todos, menos para los suyos, claro está.

Mejor definamos los mínimos dignos sin satanizar los máximos, cuya búsqueda es además la que logra el progreso de la humanidad en todos los campos. Definamos el mínimo educativo, el mínimo económico, los mínimos servicios de salud, los mínimos estándares de calidad de todos los servicios públicos, con los avances de la ciencia y tecnologías del siglo XXI, no con las de la época de Benito Juárez, en la que el Presidente parece querer congelar la vida de los mexicanos.

Pongámonos de acuerdo todos en los mínimos básicos a los que toda persona tiene derecho, para que, a partir de ellos, las únicas causas de las inevitables desigualdades sean el talento y esfuerzo personal, y para que el éxito ajeno no sea visto como algo injusto, sino como algo meritorio, motivo de admiración y ejemplo a seguir.

De lo anterior, saco tres conclusiones y con ellas termino: 1. La igualdad es una utopía. 2. La justicia social debemos entenderla como igualdad de oportunidades y no como igualdad de resultados, y, 3. El éxito o el fracaso personal deben ser consecuencia de nuestros actos y no de nuestra herencia.

"La igualdad es la madre
de la mediocridad".

Yo