¡Alto o disparo!

Me parecen un insulto a la inteligencia las respuestas del Presidente a los reclamos que todos los días le hacen por la ineficacia de su "estrategia" de combate a la delincuencia y al crimen organizado, esa que libera delincuentes, esa que tiene consideraciones con los asesinos de seres humanos, porque ellos también son seres humanos; esa que renuncia al uso de la fuerza pública para aplicar la ley; esa que en lugar de hacer valer la autoridad del Estado, apela a la autoridad de las mamás y abuelas de los criminales, para que les llamen la atención y los conminen a dejar de extorsionar, secuestrar o matar, como si de niños traviesos se tratara.

No hay ningún argumento válido con el que se pueda justificar la no aplicación de la ley. Si el Presidente no quiere o tiene miedo a usar la fuerza pública por los abusos cometidos en el pasado, para eso precisamente está la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza, que establece las reglas sobre cómo se debe actuar al realizar detenciones, enfrentar presuntos delincuentes o atender manifestaciones, definiendo cinco niveles de uso de la fuerza, y hasta el tipo de armas que pueden utilizar (letales y no letales) dependiendo de la resistencia que encuentren. La ley existe, solo tiene que aplicarla.

Estoy de acuerdo con su idea de que se deben atender las causas de la delincuencia, y que, según él, tienen que ver principalmente con la pobreza y el empleo, aunque yo creo que, si bien la pobreza tiene que ver en alguna medida, de ninguna manera es causa automática, y que influye más la impunidad que hace más rentable delinquir que trabajar, además por supuesto de los bajos niveles educativos que tenemos y el pobre desarrollo económico y social.

Pero aun atendiendo las causas, los resultados se verán en el largo plazo, en las generaciones venideras, y eso si realmente se comienzan a tomar medidas serias y efectivas para ello. No obstante, es importante reconocer que siempre ha habido y seguirá habiendo delincuentes y criminales que perseguir y atrapar, por lo que el uso de la fuerza para hacer cumplir la ley siempre será necesario (a menos que en el mundo de la fantasía de la 4T los criminales dejen de existir).

Lo más grave de todo, es que hoy no se está haciendo ni una cosa ni la otra: ni se aplica la ley ni se combaten las causas. Al contrario, lo que han creado es un círculo vicioso en el que impera, en total impunidad, la ley de la selva, incentivando aún más la delincuencia y ahuyentando las inversiones, con lo que se genera todavía más pobreza.

La política de "abrazos, no balazos" es impunidad al extremo y un balazo en la sien al Estado de derecho; y en cuanto a atacar las causas de la delincuencia, regalar dinero a los jóvenes a cambio de nada es solo una corrupta compra de voluntades, que dilapida los recursos públicos y que en nada reduce los índices de pobreza y criminalidad.

Hace unos días, luego del asesinato de dos sacerdotes, la comunidad jesuita le pidió al Presidente revisar su proyecto de seguridad, y detener el "río de sangre" que corre por el país.

Su respuesta fue: "el problema de la violencia tiene que ver con la falta de trabajo, con la falta de oportunidades (...) no dicen nada de cómo ajusticiaban personas, cómo aplicaban el 'mátalos en caliente' (...) si hubiésemos continuado con esa política que se impuso desde que se declaró la guerra a la delincuencia organizada, el país estaría en completa descomposición, ingobernable".

¿Y cómo estamos los ciudadanos, pregunto yo, si no en manos de los delincuentes, sin tener a quién recurrir cada vez que nos extorsionan, secuestran, asaltan o matan? ¿No es eso ingobernabilidad y completa descomposición?

No, señor Presidente. Los ciudadanos no queremos que los maten "en caliente", lo que queremos es que los atrapen en caliente; que si un criminal nos agrede, viola nuestros derechos o amenaza, podamos hablarles a las fuerzas del orden para que nos defiendan, lo persigan y lo detengan.

Lo que queremos es que apliquen la ley y utilicen la fuerza pública de manera proporcional y con los protocolos establecidos, y si la respuesta proporcional es matar en defensa del Estado de derecho, pues así que sea. Sobre aviso no hay engaño, dice el "pueblo sabio". La fallida estrategia de "abrazos, no balazos" debe cambiar por una simple advertencia a los criminales: "¡Alto o disparo!".

"Mayoría no es sinónimo de verdad".

Yo