La cuenta de luz



El presidente López Obrador arremetió contra las empresas Bimbo, Oxxo y Walmart diciendo que se aprovechan indebidamente de subsidios en la electricidad y que paga más "luz" una familia de clase popular o de clase media que lo que paga un Oxxo.

Luego de estas afirmaciones, Femsa reveló que en el 2020 su cadena de tiendas Oxxo pagó mil 576 millones de pesos por concepto de electricidad a la CFE, y que en promedio, cada tienda conectada a un parque eólico paga 14 mil 052 pesos mensuales por la energía renovable. Por su parte Bimbo señaló que paga sus tarifas eléctricas conforme a la legislación aplicable, y que el 80% de la energía eléctrica que consume proviene de fuentes limpias y renovables.

Ante estos datos, y ante los amparos otorgados por jueces que impiden la aplicación de la nueva reforma eléctrica, AMLO ahora, respetuosamente y sin insultos, les dice a estas empresas que "no hay ningún problema (con ellas), nada más que entiendan que hay que buscar el diálogo para arreglar este asunto, porque es injusto".

¿Qué pasó con el desplante dictatorial que tuvo al decir que si la reforma eléctrica resulta ser inconstitucional, reformará la Constitución?

Todo indica que AMLO es como los machos que acosan, insultan y golpean hasta donde se les deja, y en este breve episodio eléctrico quedó demostrado que las grandes empresas son un contrapeso real y efectivo a los disparates del gobierno, y que en materia económica el Presidente llegará hasta donde las grandes empresas le permitan.

Decir que un Oxxo paga menos que lo que una familia de clase popular paga, además de falso es comparar peras con manzanas, y desgraciadamente confirma el dicho popular que dice: "calumnia, que algo queda", quedando sembrada en la mente del "pueblo sabio" la injusta y nociva generalización de que las empresas (los ricos) se aprovechan de los pobres y de que AMLO es su salvador. Por ello es importante aclarar las cosas.

La "cuenta de luz", es decir, lo que debemos pagar por la energía eléctrica que utilizamos en nuestras casas y negocios, tiene que ver principalmente con dos cosas: la cantidad y tipo de energía que consumimos y las tarifas aplicables. Lo primero hasta ahora bajo nuestro control, y lo segundo en control de la CFE.

Si una familia de la clase social que sea apaga luces, desconecta aparatos, utiliza focos ahorradores que consumen 75% menos de energía, tiene sus instalaciones eléctricas en buen estado, etcétera, gastará menos que otra que simplemente no tiene esos cuidados. Y si, además, instala paneles solares, pues los recibos de "luz" serán todavía menores.

El gobierno federal debe reconocer y hacerse a la idea de que sus ingresos por vía de la generación de energías no renovables cada vez serán menores, y por una sencilla razón: el sol y el viento no cuestan, no contaminan y funcionan, aunque a veces haya días nublados y en calma.

Pero parece que el Presidente, contrario a las tendencias mundiales de ahorro de energía y sustentabilidad, prefiere que las familias y empresas mexicanas gasten más dinero en energía cara y contaminante.

Solo hay tres maneras para que las cuentas de luz bajen: reducir el consumo, producir y vender energía más barata, o subsidiar.

Y como los subsidios generan dependencia del gobierno (lo cual se traduce en votos), es obvio que un gobierno incapaz de generar ingresos sustentables va a optar siempre por el camino fácil: por un lado cobrar más a los consumidores cautivos que generan riqueza y, por otro, subsidiar.

Lo que la 4T pretende es perverso: mantener no el monopolio de la CFE, sino el monopolio de la pobreza, de manera que la precaria subsistencia de la mayoría de las familias mexicanas dependa siempre del gobierno, y de esa manera, más por necesidad que por convicción, obtener los votos necesarios para mantenerse en el poder y hacer lo que les venga en gana.

La quiebra de empresas, el subdesarrollo, la falta de educación, de servicios públicos, de medicamentos, y las muertes asociadas, no importan, son simples daños colaterales que se justifican en aras de un Estado totalitario que limita y considera inmorales las aspiraciones legítimas a una calidad de vida superior. Ya lo dijo así alguna vez el Presidente: "si ya tienen zapatos para qué comprar más". Que le diga eso a sus hijos, no a los míos, no a los de nadie.

"Desgraciadamente es más redituable
no tener vergüenza que tener dignidad".

Yo