Ejército de la 4T

¿El Ejército Mexicano es de México o de la 4T? ¿Está para defender y proteger la vida y derechos de todos los mexicanos o solo los del Presidente y sus seguidores? ¿Debe hacer tareas que no le corresponden, como sembrar árboles, distribuir fertilizantes, entregar recursos de programas sociales, convertirse en administrador de aduanas y contratista de obras para construir aeropuertos civiles, sucursales bancarias o remodelar hospitales? ¿Deben ser las Fuerzas Armadas el brazo ejecutor y administrador de los caprichos presidenciales sólo porque éste los declara arbitrariamente asuntos de seguridad nacional?

Estas preguntas las deberían responder el Presidente y el secretario de la Defensa Nacional, quien hace unos días, en el aniversario de la Revolución Mexicana, tomando partido, hizo un llamado a todos los mexicanos para unirse al proyecto de la 4T diciendo: "Como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de Nación que está en marcha (...) las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vemos en la transformación que actualmente vive nuestro país el mismo propósito de las tres primeras transformaciones: el bien de la Patria".

Lo anterior, además, en franca violación al Artículo 17 de la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos que textualmente dice: "Queda estrictamente prohibido al militar en servicio activo inmiscuirse en asuntos políticos, directa o indirectamente".

Las Fuerzas Armadas están para preservar la seguridad nacional. Y para el Presidente, ahora prácticamente todos sus proyectos, sean turísticos, aduaneros, carreteros, hidráulicos o medioambientales, son asuntos de seguridad nacional, y así lo decretó, pero no porque lo sean, sino porque quiere que el Ejército controle todo y él es nada menos que su Comandante Supremo.

Cualquier cosa puede ser considerada un asunto de "seguridad" nacional si este concepto se distorsiona o "estira" a conveniencia.

Por ejemplo: si la pobreza es causa de la delincuencia y ésta es antesala del crimen organizado; si el crimen organizado incluye narcotraficantes y terroristas que corrompen y amenazan al Estado mismo, entonces cualquier proyecto de inversión, cualquier programa social o educativo tendiente a eliminar o reducir la causa original (la pobreza), es un asunto de seguridad nacional, y por lo tanto corresponde al Ejército, a los militares, llevarlos a cabo y administrarlos.

En esta lógica forzada el Poder Ejecutivo se convierte en o confunde con el poder militar.

Las Fuerzas Armadas no están para defender, apoyar, promover o imponer una ideología o proyecto político-social determinado, y el Presidente, abusando de su poder, las está corrompiendo y usando para ello. Tampoco están para minar la pluralidad democrática y dividir a los mexicanos con discursos partidistas.

Es importante recordarle al general de división y actual secretario de la Defensa, que el Comandante Supremo, es decir, su jefe, cambia cada seis años, por lo que los proyectos políticos, económicos y sociales del Poder Ejecutivo deben quedar al margen de las funciones y responsabilidades del Ejército, simplemente porque los planes de gobierno hoy son unos y mañana pueden ser otros. Lo único que permanece (¿inalterable?) es la Constitución. A los mandos militares les toca vigilar y asegurarse que nadie, ni siquiera el Presidente, la viole.

Lo que el secretario de la Defensa hizo, con su llamado a sumarse al proyecto de la 4T, no fue defender a todos los mexicanos que en ejercicio de nuestras libertades democráticas y derechos fundamentales votamos a favor o en contra de un determinado partido o proyecto político, sino defender la ideología de un caudillo que gobierna de la manera más antidemocrática posible; que todos los días intenta imponer una única visión de la realidad social, de evitar el intercambio de argumentos y la diversidad de interpretaciones, y que miente al desconocer y sustituir los datos duros con "otros datos", dándole más importancia a las doctrinas, a los mitos y símbolos de un movimiento social binario y excluyente, que divide todo y a todos en blanco y negro, en buenos y malos, en ricos y pobres, o en estar con él o contra él.

La lealtad del Ejército Mexicano debe ser a la Nación mexicana toda, no al proyecto político del Presidente en turno.

"No es lo mismo un general
de división que una división general".

Yo