Efecto contagio

La analogía entre la salud física de las personas y la salud financiera de los negocios y las empresas es casi perfecta.

Cuando el cuerpo enferma, se hacen estudios, análisis, pruebas y diagnósticos, con los que se determinan las medicinas, tratamientos o intervenciones quirúrgicas necesarias para su cura.

Cuando los negocios enferman, su cura requiere también de diagnósticos (auditorías y análisis financieros) con los que se determinan los procedimientos a seguir para su saneamiento, los cuales pueden incluir desde una simple dieta de reducción de peso (gastos), transfusiones de sangre (dinero) o suspensión de determinadas actividades, o intervenciones profundas para extirpar tumores (empleados malignos).

Pero las enfermedades financieras pueden ser más contagiosas que las del cuerpo.

En economía el llamado "efecto contagio" se refiere a escenarios económicos en los que eventos que afectan a un negocio, se extienden al resto del sector, y puede transmitirse a otros sectores. El contagio puede ocurrir tanto a nivel de una pequeña cadena productiva, a nivel regional o internacional, dependiendo del tamaño del negocio o sector de la economía inicialmente afectado (infectado).

La transmisión inicia con la caída de una empresa, provocando el incumplimiento o "default" de sus pasivos, lo cual produce un efecto en cascada de incumplimientos de todo tipo de pagos, como podrían ser créditos bancarios, rentas, nóminas, proveedores, etcétera.

El contagio se puede parar en la medida que los directamente afectados por la caída del primer negocio tengan la fortaleza financiera (inmunidad suficiente) para seguir operando a pesar de la pérdida de esos ingresos, o de los apoyos y facilidades que el sistema financiero y fiscal de un país otorgue a los afectados.

A través de los años, luego de haber pasado por diferentes crisis económicas, me he dado cuenta de algo curioso: cuando las dificultades económicas son solo nuestras o de unos cuantos, el problema es enorme; pero si las dificultades son generalizadas, el problema pierde gravedad y estamos más tranquilos.

¿Por qué un problema individual es mayor que uno colectivo? La respuesta la encuentro en que los problemas personales nos toca resolverlos a nosotros, y como la solución de los problemas colectivos la mayoría de las veces rebasan nuestra capacidad individual y esfera de responsabilidad, el problema deja de ser nuestro. Pasamos de ser los del problema a ser parte de una gran masa de víctimas.

Es en estos casos, cuando la intervención decisiva y a gran escala de los gobiernos es urgente y fundamental, sobre todo porque las crisis económicas generalizadas como la actual, independientemente de sus causas, precipitan la quiebra de los negocios y afectan a la población más vulnerable.

Y si las autoridades monetarias de un país no reaccionan a la altura de las circunstancias, aumentan la duración y profundidad de la crisis, el desplome de los negocios y en consecuencia del empleo, desencadenando un círculo vicioso en materia de mercados, de confianza y ánimo de las familias que terminan sobreendeudadas y en unos cuantos meses, pierden los ahorros de toda su vida.

Las formas de reaccionar frente a las crisis definen a las personas y a los gobiernos. Y en la crisis actual los mexicanos en lo individual hemos respondido mejor y de manera más solidaria que el gobierno federal, quien parece no entender que la quiebra masiva de negocios y el desempleo, a la postre significa la quiebra del país. Su falta de empatía e indiferencia tendrá consecuencias de largo plazo, no sólo en lo económico, sino también en lo social.

Mientras los políticos se pelean por nuestros votos, la vida continúa y mejor nos irá en la medida que dependamos y esperemos menos de ellos. Para no sentirnos tan mal frente a los problemas económicos actuales, sepamos al menos que no es lo mismo que un negocio quiebre debido a una pandemia, un terremoto o una crisis financiera global, a que la quiebra ocurra por ineficiencia, incapacidad o mala planeación nuestra.

Si bien de cualquier forma la afectación es grave, el estado de ánimo y la entereza frente a la debacle es totalmente diferente: en el primer caso sufrimos por causas de fuerza mayor, sistémicas o de malos gobiernos, y en el segundo sufrimos por pen... tarugos. Gran diferencia.

"Hay que votar
por el candidato que prometa menos, 
así la desilusión será menor".

Will Durant