Patear el bote


Estamos ya en la Fase 3 de la epidemia del coronavirus, es decir el periodo de máxima transmisión, de ascenso rápido del número de contagios, hospitalizaciones y por consiguiente, del número de muertes.

Y para ello se están tomando medidas, unas más eficaces que otras, para intentar "aplanar" la curva que gráficamente indica el avance exponencial de la enfermedad, las cuales de distintas maneras se reducen a una sola cosa: evitar el contacto y la proximidad física de los humanos.

Sin embargo, la Fase 3 de la epidemia nos ha puesto a todos en la Fase 1 de la debacle económica. Y si queremos "aplanar" la curva de desempleo y quiebras masivas de negocios, tenemos que tomar medidas financieras y comerciales, igual de dramáticas y contundentes que las sanitarias.

Todo indica que al gobierno no le importa mucho aplanar la curva del desempleo, y crecimiento económico -espejo de la curva de contagios- que muestra la caída estrepitosa de la generación de ingresos.

Las medidas económicas adoptadas por el gobierno hasta ahora son aspirinas, placebos o falacias para combatir la enfermedad mortal que ha comenzado ya a causar estragos en la población.

Es inconcebible que por un lado el gobierno quiera generar empleos y por otro dé cero facilidades a los empleadores (más del 90% de los empleos los genera el sector privado), lo que ha obligado a este sector a buscar por su cuenta soluciones que, lejos de ser aplaudidas, han generado molestia por no consultar a un mandatario que se niega a prestar ayuda. ¿Y cómo se va a tomar en cuenta a un Presidente cuyo "modito" de gobernar confronta, divide y evade la realidad? ¿Acaso los ciudadanos estamos de floreros?

Es una falacia la afirmación de que el gobierno va a crear, en nueve meses, dos millones de nuevos empleos.

Nada más como referencia: durante todo el sexenio anterior se registraron en el IMSS cuatro millones de nuevos empleos; AMLO, en medio de una crisis económica mundial, pretende crear la mitad de ellos en la octava parte del tiempo.

Más bien pienso que mientras para el Presidente una dádiva mensual equivale a un empleo, para el sector privado un empleo es el que se formaliza mediante la celebración de contratos entre el trabajador y el empleador, con los que el empleado goza de la protección y los beneficios que la ley establece en materia laboral y, por otro lado, se compromete a cumplir con el pago de impuestos, seguridad social y prestaciones. Gran diferencia.

El gobierno no es, ni debe ser empleador, debe ser el facilitador y generador de condiciones favorables para que el sector privado cree y ofrezca empleos.

Por otro lado, el Presidente ofreció otorgar tres millones de créditos de 25 mil pesos cada uno, de los cuales un millón será para apoyar a las pequeñas empresas afiliadas al seguro social, otro millón para pequeños negocios de la economía informal, y otro millón para los trabajadores al servicio del Estado.

Por supuesto que está bien dar ese apoyo que, aunque sea insuficiente, dará un respiro durante algunos meses. Pero como todo crédito finalmente habrá de pagarse, esta medida hay que verla como un recurso transitorio.

Lo digo porque este crédito, aunque sea en condiciones favorables, servirá igual que las tarjetas de crédito que utilizamos sin mucho pensar y sin ser conscientes que pagar con un crédito en realidad no es pagar, sino pedir prestado para comprar.

Mejor sería para todos que ese crédito fuese a fondo perdido, pues las posibilidades de pagarlo sin contar con una fuente de pago relativamente segura, llámese empleo o negocio, lo único que logra es postergar el problema, "patear el bote", como coloquialmente se dice, con la esperanza de que en el futuro aparezca alguna solución de fondo, como es la posibilidad de generar ingresos y la obtención de un empleo formal y permanente.

La verdad es que el Presidente tiene suerte. Sus amuletos le funcionan, pues tiene la fortuna de contar con un sector empresarial activo e inteligente que, ante la adversidad, busca y encuentra soluciones a los problemas que el gobierno debiera resolver por sí solo, con lo que se aminoran las consecuencias de una crisis inédita y profunda como la que estamos viviendo, y aligera la responsabilidad del Presidente para sacar adelante al país.

 "Si en las crisisnacen las oportunidades,en las bonanzas nacen las amenazas".

Yo