TQM
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A nadie pasa desapercibido el lenguaje tanto hablado como escrito que las nuevas generaciones utilizan para comunicarse.​Ese ciber-lenguaje de abreviaciones, siglas y “emoticones” además de transformar la forma de comunicación, mengua y los sentimientos y las ideas que se quieren expresar. ​Pero lo mas triste de todo es que el escaso vocabulario con el que la mayoría de jóvenes cuenta, les impide utilizar palabras con significados mas profundos y sutiles.

​No saben que hay sentimientos mas delicados y mucho mas intensos que los de una carita amarilla con un corazón en los ojos, que surgen de vocablos desconocidos e inexplorados para ellos y que podrían experimentar ellos mismos y hacer sentir a otros, particularmente a aquellas personas a quienes le interesa de alguna manera cautivar o conquistar.

​Un sentimiento, una idea inteligente o compleja no se entiende y percibe igual si se comunica con palabras pobres, con abreviaciones, símbolos y dibujitos. La comunicación codificada así carece y excluye detalles importantes que ciertas palabras son capaces de transmitir.

​Quitarle letras a un “Te quiero mucho” para dejarlo en un “TQM” reduce la declaración de amor a casi nada. Le resta importancia, la trivializa y la abarata. Un favor no se pide escribiendo PF; XO no es lo mismo que un beso, y :) (dos puntos y un paréntesis ) es mucho, pero mucho menos que “ser feliz” o “sonreír” escrito con todas sus letras.

​Y de faltas de ortografía ni hablemos, porque el lenguaje abreviado sirve para esconder la mala ortografía, y cada vez mas personas tienen la horrenda costumbre de escribir todo en mayúsculas para según ellos quitarse así el problema de acentuar las palabras. No saben que MAYÚSCULA también lleva acento.

​Pero para poder hablar y escribir con palabras variadas y precisas, es necesario que las partes involucradas en una conversación o intercambio epistolar cuenten con un vocabulario amplio, conozcan las diferentes acepciones que las palabras tienen en función de los contextos en que se dicen, y la existencia de sinónimos, no solo para no ser repetitivos, sino para encontrar el término que mejor expresa lo que se quiere decir y reconocer las sutiles variaciones de significados que cada palabra tiene, que nos remontan a nuevos espacios del entendimiento y le agregan matices y colores a la imaginación. (Si le dan a leer esto a un joven, préstenle un diccionario y díganle que la principal causa por la que una persona se aburre leyendo es porque pasa por encima de palabras cuyo significado no entiende. A nadie le interesa leer textos incomprensibles.)

​El vocabulario de los amantes de antaño y la sintaxis que utilizaban en sus misivas, en las letras de canciones y expresiones de amor o desencanto es tal vez el mejor ejemplo de esto que apunto, y si bien no todos los textos alcanzaban nivel poético, al menos reflejaban la educación, la mesura, tacto y respeto de la época, esos valores sociales perdidos que tanto bien nos haría recuperar.

​ Se dirigían a sus amores como: “Amada mía”; pedían perdón escribiendo: “Torpe mano la mía”; exaltaban la belleza femenina en frases como: “Labios de rubí, de rojo carmesí”; tenían expresiones de amor único como: “Una vez nada mas se entrega el alma”; y en cartas de amor como la que Kafka le dirigió a su enamorada Melina, en lugar de terminarlas mandando besos con inexpresivas siglas como las de XOXO finalizaba diciendo: “Los besos escritos no llegan a destino, son bebidos por los fantasmas, por el camino.”

​Este tipo de frases, analogías y metáforas sacan lo mejor de nosotros, y muestran la intención de vivir en un mundo educado, cortés, menos agresivo, menos material y menos insolente que el actual.

​El solo intento por utilizar una palabra mas “elevada” en lugar de palabras comunes o vulgares, revela voluntad creativa y disposición de quien las usa para dedicarle tiempo a otra persona y anteponer su bienestar al de uno mismo.

​La actual y excesiva inclinación a la llaneza mengua todo. El lenguaje abreviado y el vocabulario escaso limitan la capacidad para crear belleza, obliga al uso de muletillas del lenguaje y frases trilladas que no aportan nada nuevo, y empobrecen a quien las escribe o las dice frente a lectores y escuchas inteligentes, conocedores y sensibles. “Cuando se agrega cortesía a la fuerza, ésta se vuelve irresistible” Gandhi.