Mamá, soy Chapito

Mamá, soy Chapito

El llamado que la semana pasada hizo el presidente a los criminales para que piensen en sus mamás y se porten bien, me remontó al poema "Paquito", de Salvador Díaz Mirón, en el que un pobre chiquillo postrado en el lecho de muerte de su madre repite una y otra vez la desgarradora promesa... mamá, soy Paquito; no haré travesuras.

No sé si el predicador-presidente que ahora tenemos se imagina a cada uno de los delincuentes y desalmados asesinos que a diario roban, matan, secuestran y descuartizan personas, o a los capos que ordenan cometer esas atrocidades, postrados en la tumba de sus madres o de sus víctimas pidiéndoles perdón y prometiéndoles que de ahora en adelante se portarán bien y ya no harán "travesuras".

Como ciudadano y como padre de familia me siento temeroso por la inseguridad y el notorio incremento de la delincuencia. Sin esperanza alguna de que la Policía o la nueva y pasiva Guardia Nacional combatan a los criminales con algo más que prédicas y consejos. Me siento al mismo tiempo frustrado, impotente y enojado cuando escucho al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, al Presidente de México, al responsable de la seguridad de los mexicanos, pedirle a asesinos "por favor" que se porten bien y que "le bajen" ya a la violencia, diciéndoles que lo que hacen es "fuchiguácala".

Decirle "fuchiguácala" a las actividades de criminales de la peor calaña, es equiparar sus atrocidades con travesuras de niños, como si pedirle pizzas al vecino o esconderle la mochila a un compañero de la escuela fuese lo mismo que asaltar, secuestrar, extorsionar o cortarle la cabeza a una persona.

Me puedo imaginar perfectamente a los criminales burlándose del Presidente, y entre rifles de asalto, granadas y pacas de dinero, arrodillarse en el piso de sus casas de seguridad, "prometiéndole" con risotadas que ya se van a portar bien.

Es lógico: un sanguinario criminal aguanta lo que sea menos que el Presidente le diga o le haga "fuchi".

¿A quién engaña, quién le cree al Presidente que el no perseguir y combatir delincuentes hará que éstos por convicción dejen de hacer lo que hacen y se pongan a trabajar honestamente?

México está al revés: los delincuentes seguros y protegidos, y los ciudadanos temerosos y desprotegidos; criminales usando violencia en contra de la población, y la población sin poder ejercerla para detenerlos (con la fuerza pública como debe ser, y no por propia mano).

Si los criminales decidieran hacerle caso al Presidente y portarse bien, como si de pronto hubiesen sido iluminados o tenido una cuarta y transformadora revelación divina, el poema de Díaz Mirón, que habla de un granuja bueno de corazón llamado Paquito, lo cambiaría para hablar de un joven criminal llamado "Chapito" que gracias a los exhortos del Presidente se da cuenta de su maldad, recuerda a su mamá y se arrepiente. Recomendando leer el Paquito original, pido perdón al poeta y a los lectores por modificar los impecables y conmovedores versos, mas la intención es buena y la reflexión útil. El poema parafraseado diría algo así:
 
Con armas al pecho colgadas/ el pobre asesino se postra en la tumba/ y en voz de sollozos revienta y murmura:/ Mamá, soy Chapito; no haré travesuras.

Y un soldado impasible despliega su rifle.

Qué bien que me acuerdo, los muertos, los cuerpos, en bolsas guardados/ tan tiesos, tan mudos, así tan tranquilos./ Mamá, soy Chapito; no haré travesuras.

Y un soldado impasible despliega su rifle.

Buscando salir del lodo y la mugre/ revuelvo la vida con sangre y heridas,/ no pido trabajo, no quiero cariño, exijo dinero,/ lo tomo, lo arranco, y escapo con miedo./ Mamá, soy Chapito; no haré travesuras.

Y un soldado impasible despliega su rifle.

Los otros sicarios, se ríen, se burlan, se meten conmigo,/ me jalan la oreja y me llevan al jefe./ Me acusan, le mienten, le piden mi muerte./ Mamá, soy Chapito; no haré travesuras.

Y un soldado impasible despliega su rifle.

Me escondo en la sierra, la cárcel me asusta,/ los guardias me rondan, las ratas me muerden,/ solito y a oscuras me acuerdo de ti,/ extraño tu voz./ Mamá, soy Chapito; no haré travesuras.

Y un soldado impasible despliega su rifle.

Estoy donde juzgan y riñen los hombres que tienen la culpa./ Me ofrecen perdón, me ofrecen olvido,/ mas nadie perdona la muerte de un hijo./ Ya nadie me quiere, me acuerdo de ti./ Mamá, soy Chapito; no haré travesuras.

Y un soldado impasible despliega su rifle.

"Detrás de un grito independiente no puede haber silencio complaciente".

Yo. ¡Viva México!