Aeropuerto sin N

 

Luego de la odisea que tuve que pasar para poder llegar a tiempo a una reunión de trabajo en la Ciudad de Miami, decidí narrar lo ocurrido desde la perspectiva de un viajero, y con ello visualizar lo que ocurrirá, gracias a la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM con N de nuevo) y una vez se combinen las operaciones del AICM (sin N) con el que se pretende construir en la terminal militar de Santa Lucía, ubicada a 30 km de distancia y con el de Toluca, ubicado a unos 60 km de la Ciudad de México.

Tan sólo estos simples datos de distancias hacen ver la ineficiencia del capricho de AMLO y el perjuicio que ocasionará a los usuarios del transporte aéreo y al desarrollo económico del país, además de la serie de problemas operativos y técnicos que los expertos han señalado.Esta fue la odisea que de prosperar el proyecto de Santa Lucía, desgraciadamente será recurrente:

Mi plan era tomar un vuelo de Guadalajara a la CDMX a las 7:10 a.m. y conectar con otro que salía a las 12:05 p.m. a Miami. Dado que se trataba de un viaje corto de trabajo no documenté equipaje y viajaba sólo con una maleta de mano, lo que a la postre resultó afortunado.

Momentos antes de abordar, nos informan que debido a tráfico aéreo en el aeropuerto sin N, el vuelo a la CDMX sería retrasado.

Salimos más de una hora tarde. Una vez que aterrizamos en la CDMX, el avión permaneció parado un buen rato en la pista esperando la asignación de puerta, y para complicar aún más las cosas un problema en la operación del pasillo móvil impedía abrir la puerta del avión. El tiempo que tenía para hacer la conexión se agotaba.

Cuando por fin salimos, corrí por los pasillos de la Terminal 2, y al llegar jadeando a la puerta de abordaje, me dicen que el vuelo ya estaba cerrado.

Gracias a que no había documentado equipaje se abrió la opción de tomar un vuelo de otra aerolínea que salía una hora más tarde. Me dan un voucher para el cambio de vuelo indicándome que el pase de abordar lo debía expedir la otra aerolínea. Dado que ésta se encontraba en la Terminal 1, tenía que apurarme para llegar a tiempo.

Como si no fueran suficientes los problemas del aeropuerto sin N, para tomar el tren que conecta la Terminal 2 con la 1 hay que salir del área de pasajeros y abordarlo por fuera, lo que significa hacer colas nuevamente para pasar los filtros de seguridad, como si recién se arribara al aeropuerto.

Al llegar a la vieja Terminal 1, me encuentro un gentío impresionante caminando a paso lento por los puentes y pasillos. Con permiso, con permisito.... era la voz que permitía avanzar. Dado que los mostradores de la nueva aerolínea estaban en la salida internacional, ubicada al final del aeropuerto sin N, y el tren sólo para en la salida nacional, había que volver a correr con la maleta de mano, esta vez esquivando pisos levantados, parches en proceso, carritos que abastecen restaurantes y tiendas y que empleados van jalando con mecates entre los viajeros.

Con el nuevo pase de abordar en mano, había ahora que llegar al filtro de seguridad del área internacional, para lo cual es necesario pasar entre tumultos de personas que en un reducido espacio despiden a sus familiares y con sólo dos arcos de seguridad instalados para atender a cientos de pasajeros.

Habiendo pasado este último trámite, y como normalmente ocurre cuando uno tiene prisa, la sala donde saldría mi vuelo resultó ser la más lejana.

Atravesé los laberintos de anaqueles con tequila y perfumes por los que obligan a pasar a todos, para finalmente llegar a la puerta de embarque en la que ya habían comenzado el abordaje.

Una vez a bordo del avión, respiro hondo y comienzo a pensar en la odisea tercermundista que acababa de vivir, y en lo que hubiera pasado si me hubiera tenido que trasladar a la Terminal de Santa Lucía, donde en el futuro saldrán los vuelos internacionales. Finalmente en una mezcla de ironía y frustración me dije a mí mismo: Gracias a todos los que votaron por AMLO. Juntos haremos berrinches.

APOSTILLA

Dicen que de las crisis salen las oportunidades, y yo veo en la crisis aeroportuaria de la CDMX, la oportunidad para que Guadalajara se convierta en el centro de conectividad aérea más importante y seguro de México. Guadalajara Conecta.

"La duda entre reír o llorar se llama
frustración".

Yo