El fin NO justifica los medios

 

En distintas pláticas acerca del inevitable tema en estos días, las elecciones y López Obrador, y debido a la alta probabilidad de que éste llegue a la Presidencia, nos hemos preguntado si todo lo que AMLO ha dicho y prometido se puede tomar como cierto (face value) o si todo es simple estrategia electorera para lograr el máximo de votos posibles con el único fin de ganar las elecciones, y una vez en el poder, gobernar con políticas más mesuradas e incluyentes.

Antes de entrar al tema, me parece importante mencionar que si bien las probabilidades de que AMLO llegue a la Presidencia son altas, no son del 100%, y lo digo para que tengamos en cuenta todos, particularmente sus mas fieles seguidores, que si llegara a perder las elecciones, esto no significa necesariamente que hubo fraude, por lo que en ese hasta ahora improbable caso deberán controlar con madurez la frustración que sentirán por haberse dado anticipadamente como ganadores.

Las probabilidades de triunfo de un candidato se calculan a partir de estudios científicos de probabilidad y estadística que analizan la precisión histórica de miles de encuestas electorales en distintos países y las convierten en predicciones.
Son ejercicios matemáticos de pronósticos, que hoy le otorgan a Andrés Manuel López Obrador 79 por ciento de probabilidades de ganar.

Pero el 79% no es el 100%. Y para explicar esto de una manera fácil, es como si en la ruleta de un casino apostamos al rojo o al negro, y si sale el verde alegamos que hicieron fraude (el 0 y 00 son de color verde). Si bien es mucho más probable que los colores rojo y negro salgan (97.3%), el verde está en juego, y por lo tanto puede legítimamente salir. Se hizo la chica, dirían algunos apostadores.

Pero regresando al tema, si todo lo que AMLO ha dicho y prometido es mera estrategia para ganar las elecciones, la pregunta es ¿cómo se quitará de encima a los mafiosos y delincuentes que trae consigo?, ¿qué pasará si les incumple las promesas de poder e impunidad que les ha hecho?, y sobre todo ¿cómo aplicará la ley pareja a todos en honor a su mil veces repetido dicho: "al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie"?

Sólo hay tres escenarios, y en cualquiera de ellos los ciudadanos resultamos "jodidos". 1. Si AMLO pierde, los "tigres" se soltarán como ya lo ha anunciado, y las probabilidades de que se desate un clima de violencia son altas; 2. Si gana, para cumplir sus promesas de acabar con la corrupción y la impunidad, tendría que deshacerse de los mafiosos con los que se ha rodeado y a cuyos grupos les prometió apoyo y amnistía, lo que desataría una nueva guerra, ya no del Gobierno luchando para acabar con el crimen organizado, sino del crimen organizado tratando de acabar con el Gobierno; 3. Si gana, y deja en puestos de poder a los mafiosos, el triunfo de Morena habrá sido sólo el cambio de una mafia por otra, y la creación de un frankenstein político de consecuencias impredecibles.

Todo por haber creído que el fin de ganar una elección justifica el uso de cualquier medio.

Suponiendo que los fines de AMLO fuesen nobles (yo no creo que lo sean), los medios que ha utilizado hasta ahora para allegarse votos, como el incluir en sus filas a personas corruptas y con causas penales abiertas, son inmorales, pues justifican la maldad y la ilegalidad como medio para alcanzar un fin positivo.

Hermann Busenbaum, en un manual de teología moral de 1650, decía al respecto que "cuando el fin es lícito, también los medios son lícitos" (si lo digo en latín suena como si esta noción fuese irrefutable: cum finis est licitus, etiam media sunt licita). Yo no coincido con lo anterior, creo más en la cita de Aldous Huxley que dice: "El fin no puede justificar los medios, por la simple y obvia razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines producidos".

Lo que pasa es que la ética se ha separado de la clase política, se ha distorsionado o de plano no existe, y lo mismo en buena parte de la sociedad, que se ha adaptado al modus operandi de los gobernantes: "El que no transa no avanza"; "pena no es robar, pena es robar y que te cachen".

De la misma manera como un padre que no predica con el  ejemplo pierde la autoridad moral frente a sus hijos, el Gobierno con su mal ejemplo ha perdido la autoridad moral para aplicar la ley y sancionar ciudadanos.

Separar la ética de la política, de los negocios y la vida diaria es lo que nos tiene sumidos en el actual mundo de corrupción e impunidad. Tenemos que regresar a la época (si es que alguna vez la hubo en México) en la que no se valga utilizar cualquier medio para lograr los fines, y no se valore y admire el haber logrado bienestar propio si ello implicó transgredir las leyes o el sufrimiento de otros.

No podemos esgrimir el argumento de perseguir fines superiores, si nosotros mismos, éticamente hablando, somos seres inferiores, personas que actuamos al margen de la ley y avalamos, solapamos o guardamos silencio frente a las tropelías, crímenes y abusos que pasan frente a nuestras narices.

"Un ser inferior no puede lograr un fin superior". 

Yo