Seducir no es acosar

 

"La seducción no es un delito" es el tema de la polémica carta firmada por Catherine Deneuve y un centenar de artistas e intelectuales franceses que se manifestaron contra el "puritanismo".

Lo que el polémico manifiesto dice y trata de identificar y diferenciar es que mientras la violación es un delito, la seducción, inclusive torpe, no lo es, y que la galantería tampoco puede ser considerada como una agresión machista.

El texto publicado la semana pasada, en el diario francés Le Monde, critica el efecto que están teniendo los movimientos como el #MeToo (yo también) o su versión francesa #BalanceTonPorc (denuncia a tu cerdo) pues consideran que han convertido "la protesta legítima por la violencia sexual a la que están sometidas las mujeres, en particular en su vida profesional" en una "caza de brujas".

El manifiesto advierte sobre las campañas de denuncias y acusaciones públicas hacia individuos a quienes no se deja la posibilidad de responder o de defenderse, y que resultan castigados de forma sumaria, expuestos al escarnio público y expulsados de sus empleos, cuando todo lo que hicieron fue intentar tener una relación amorosa o robarse un beso.

No dudo que muchos casos sean verdaderos acosos sexuales, pero lo que está ocurriendo es que muchas de las historias que se presentan como "acoso sexual" en realidad no lo son (...es que me decía "piropos subidos de tono" dicen algunas mujeres que se quejan de acoso sexual.).

Las firmantes dicen que lo anterior, "en lugar de ayudar a las mujeres, en realidad ayuda a los enemigos de la libertad sexual, como a los extremistas religiosos y los peores tipos de reaccionarios", y que la libertad de importunar es indispensable para la libertad sexual, lamentando que con la ola de denuncias de acoso sexual por cualquier insinuación romántica o sexual masculina se ha creado un ambiente público en el cual las mujeres asumen el papel de víctimas pobres e indefensas.

"Como mujeres no nos reconocemos en este feminismo, que más allá de denunciar el abuso del poder se transforma en odio a los hombres y a la sexualidad. Pensamos que la libertad de decir 'no' a una proposición sexual corre pareja a la libertad de importunar, sin encerrarse en el papel de víctimas".

Lo que Abnousse Shalmani, una escritora firmante de la carta dijo al respecto, clarifica perfectamente y es en mi opinión la postura que debieran tomar las mujeres frente a los naturales intentos de seducción masculinos: "Me considero adulta. Soy capaz de recibir una proposición sexual, e incluso más capaz de decir que no."

Es fundamental reconocer la diferencia que hay entre el cortejo, la seducción, el flirteo, o el "ligue" como comúnmente se dice, y el acoso sexual.

La confusión entre estas conductas está haciendo imposible halagar a una mujer o decirle un piropo, pues quien lo hace, particularmente en ambientes laborales, se corre el riesgo de ser etiquetado como un acosador, cuando lo único que está ocurriendo es la manifestación de la natural atracción entre un hombre y una mujer. Obviamente, como en todo, hay formas agradables, sutiles y respetuosas de expresar intenciones y sentimientos amorosos y formas crudas, groseras e irrespetuosas que lo único que logran provocar es antipatía, repugnancia y rechazo inmediato.

Para mí la diferencia entre la seducción, entendida esta como el intento por atraer físicamente a alguien con el propósito de lograr una relación amorosa o sexual, y el acoso, radica en la insistencia frente al rechazo.

En mi opinión, manifestar de alguna manera un interés romántico o sexual por una persona no es acoso. Acoso es insistir si hubo rechazo. El "no" de una mujer (o de un hombre en el caso inverso) debe ser respetado y acatado.

Si no lo vemos así, si cada intento fallido de seducción es visto y considerado como acoso sexual, habrá que meter a la cárcel a media humanidad, y los Don Juanes frustrados, además de sufrir el rechazo y el dolor de un corazón roto, sufrirán las consecuencias de la natural atracción sexual que sintieron con denuncias, escarnio y hasta la pérdida de su empleo, todo por haberse animado a cortejar a una mujer que a la postre resultó ser un amor imposible.


"Recuerdo mi primer encuentro sexual, porque guardé el recibo".

Groucho Marx